En esa enormidad de obras que conforman materialmente la cultura argentina de los siglos XX y XXI,  hay un espacio particular donde se ha desarrollado el género fantástico: la literatura (nos referimos al fantástico, no al contemporáneo fantasy). La genialidad de la obra de Borges elevó al fantástico a la categoría de género mayor, lo que facilitó su desarrollo que ya había tenido como un hito los Las fuerzas extrañas de Lugones y que en la segunda mitad del siglo XX se convirtió en el género central de la literatura argentina, con eje en el relato o cuento.

Llamativamente, el cine argentino no da cuenta de la misma profusión de obras de género fantástico en pantalla (y, si ampliamos el campo, tampoco de terror o ciencia ficción). Por fuera de las productoras que se dedican al “clase B”, como Farsa Producciones, el cine de estudio y de autor no ha tenido una inclinación al fantástico como lo tuvo la literatura. Incluso el paso de Borges por el cine dio un resultado contradictorio (Invasión, con un Borges ya mayor y privado de su vista, muchos años después de la escritura de sus dos libros capitales de relatos).

En los últimos años se ha dado un fenómeno de una camada de cineastas locales que están haciendo cine de género, con un número creciente de películas. A nivel personal creo que los resultados son dispares. La lista integra dos películas que pueden pensarse desde esta nueva camada, una de 2010 y la otra de 2016, con la diferencia de que son películas bien realizadas, con mucha claridad en lo que buscaban contar.

Para aportar un poco a la difusión del cine fantástico argentino (desde la época clásica a a la actual, quiero compartir la invitación a hacer un repaso por películas del cine argentino conectadas con lo fantástico, sea como un ingrediente en la obra o sea específicamente una película de género.

Se trata de cintas que he visto en mi experiencia como espectador de cine, por lo que en esta ocasión decidí no partir de una lista confeccionada por especialistas (algo completamente válido como método) o por una búsqueda en un navegador, sino que preferí compartir la formación de un corpus de películas a partir de un recorrido personal, que partió de algunos hitos y luego siguió por sus precursores y otras películas que conocí por pura casualidad.

Producto de esta característica es que soy consciente que faltan algunas películas conocidas del cine fantástico argentino (y muchísimas que no) por lo que abro la puerta a una segunda parte, así como a aquellos que quieran colaborar con referencias o reseñas.

La lista está ordenada en base a las fechas de filmación de las películas y no con mi cronología de espectador, ya que me parece mejor organizarlas por época que por puro capricho individual.

1945. Dos ángeles y un pecador

Pedro Villar es un playboy de época, que gusta de dar fiestas en su casa, jugar al póquer y dormir cada noche con una mujer distinta. En una de estas fiestas comienza la historia, con Pedro hablando con su amigo el Dr. Jorge Gálvez, un hombre tranquilo, que no bebe alcohol y actúa como cable a tierra de Pedro. Pero en el patio de la casa nos encontramos con un conjunto de mujeres que no participan de la fiesta. Son los ángeles guardianes de cada hombre y mujer que está en la casa, aunque ellos no puedan verlas. La observadora de Pedro se lamenta de que su protegido, debido a su conducta, no tenga un lugar asegurado en el cielo, mientras la observadora del Dr Gálvez se vanagloria de la tranquilidad del hombre. Cuando la fiesta había terminado y los invitados se habían retirado aparece Adriana Villar, la novia del Dr Gálvez que lo busca insistentemente.
Al otro día, Pedro y Jorge se encuentran por la tarde, y el Dr le pide a su amigo que le acerque un dinero de su parte a Adriana, de quién había decidido separarse.
La imprudencia de Pedro lo lleva a despistar y chocar. En el hospital pierde la vida, y momentos después conoce a Paloma, su ángel guardián. Pero ella está indignada con el comportamiento de su protegido, por lo que lo envía de nuevo a la vida, por un día, para que le entregue el dinero a Adriana. Pedro tendrá ahora una nueva oportunidad para hacer algo positivo de su vida durante esas 24 horas.

Dos ángeles y un pecador es una comedia romántica, a la que la presencia de los ángeles le da un toque particular. Es destacable que la presencia angelical no deriva hacia un film meramente moralista, sino que la trama sigue avanzando con idas y vueltas, sorpresas y sobre todo con grises, lejos del binomio blanco – negro (bien – mal) en el que suelen naufragar cintas de este tipo provenientes del Hollywood más actual. También es destacable que la presencia de lo fantástico convive con lo real y pueden interactuar sin abandonar la línea de la película.
La cinta fue dirigida por Luis César Amadori y protagonizada por Zully Moreno, una de las estrellas del cine argentino, en el papel de Adriana Villar.


1952. El Gaucho y el Diablo

Ramón es un joven que vuelve en barco al país, tras un viaje al extranjero. A su vuelta lo espera Dolores para casarse. El padre de la prometida duda, ya que ve con mejores ojos a don Jorge el otro pretendiente de Dolores. Ella está decidida. A favor de Ramón afirma que no bebe, no juega y es un hombre con futuro. Pero en la intimidad de su viaje, se nos presenta más terrenal. Bebe y apuesta a las cartas. Pero sigue siendo medido. Se retira cuando le llega un telegrama, que le anuncia penurias económicas y la imposibilidad de su casamiento. En la tristeza de su camarote se le acerca un marino, que le ofrece una mágica botella que soluciona todos sus problemas. La compra por unos pocos pesos. De ella sale el diablo, mandinga como se lo conoce en las pampas, un poco cansado de que le pidan siempre lo mismo: dinero. No sólo cumple, sino que además le advierte: la botella sólo puede entregársela a otro a un precio menor al adquirido. Quien ya no pueda venderla, condenará su alma al infierno.

Más que destacada película de 1952. De todas las posibles fuentes sobre este tan particular encuentro elige el relato de R. L. Stevenson (“El diablo en la botella”) antes que otros más habitualmente utilizados (y no por ello menos buenos) como el Fausto criollo o el Santos Vega.
Dirigida por Ernesto Remano, el guión estuvo a cargo de José María Fernández Unsain y la fotografía de Humberto Corell. Protagonizada por Juan José Míguenz, Elisa Christiana Galve’y Elina Colomer.
Como en muchas películas de la época, lo fantástico se entremezcla con el melodrama, lo que no impide un excelente final, a la altura de la película.


1957. Cinco Gallinas y el Cielo

Narciso Ibáñez Menta interpreta a un científico de barrio que logra modificar genéticamente a un grupo de gallinas, para que sus huevos le den propiedades especiales a quién los coma. Pero en un descuido, las gallinas son robadas y el científico junto a los niños del barrio se darán la tarea de recuperarlas. La cinta está dividida en capítulos, dónde vemos las tragicómicas consecuencias en quienes comen los huevos de estas particulares gallinas, volviéndose más fuertes, impulsivas o audaces.

Dirigida por Ruben Cavallotti, se trata de una magnífica comedia pensada para el público infanto-juvenil, pero nuevamente con un elemento fantástico (o de ciencia ficción, en todo caso) altera la normalidad de un barrio para dar pie a las situaciones de comedia. Además, la presencia de Ibañez Menta en el elenco da cuenta de la intención de resaltar este plano, tratándose del mayor actor de cine fantástico y terror de la Argentina. Del film también participaron los destacados actores Luis Arata, Alita Román e Irma Córdoba.


1960. Obras Maestras del Terror

Los años 50 y 60 fueron la segunda época dorada del terror clásico, con la Hammer a la cabeza, una productora británica de terror, con sus versiones de Drácula, Frankenstein y la Momia, entre otras.  España e Italia comenzaban a tener sus producciones y en México se organizaría una formidable industria del cine de género. Argentina no se quedaba atrás, y para eso tenía en Narciso Ibáñez Menta su hombre clave.
Este hombre nacido en España pero que vivió la mayor parte de su vida en Argentina empezó en los años ’30 haciendo obras de teatro como Fausto y Jekyll y Hide, dio su al al cine en la década del ’40 y en el ‘52 protagoniza una versión local de La bestia debe morir, el policial negro de Nicholas Blake. En 1960 fue su turno de protagonizar la adaptación de otro autor, uno de los más famosos de todos los tiempos.

Obras maestras del terror es la adaptación local de tres relatos de Edgar Allan Poe. Ibáñez Menta participa de los tres relatos que componen el film: “La verdad del caso del señor Valdemar”, “El tonel del amontillado y “El corazón delator”, La dirección estuvo a cargo de Enrique Carreras y contó con adaptaciones de Narciso Ibáñez Serrador, hijo de Ibáñez Menta.

De los tres relatos, sin duda el primero es el mejor desarrollado. La película utiliza vestuario y escenografías victorianas, lo que permite mayor fidelidad con los relatos originales. Es difícil valorarlo individualmente, ya que en esos mismos años se realizan las adaptaciones de la Hammer de los cuentos de Poe y la adaptación francesa con la participación de Fellini y Vadim. En ese sentido, la genialidad de esta película radica en poner al cine de terror argentino en una misma serie con la Hammer y la adaptación francesa.


1965. Extraña Invasión

Emilio Vieyra dirige está película que se presenta como la recreación local de un extraño suceso en Clearview pueblo de los Estados Unidos.
Todo comienza con una serie de fallas en algunos televisores del pueblo. Por la noche, uno de los habitantes encuentra a su hijo mirando fijamente la intermitencia de la tv. Pronto la interferencia se extiende a todos los televisores del lugar, a la par que el comportamiento de los habitantes de Clearview va tomando ribetes cada vez más extraños, en particular en los chicos, en un proceso que amenaza con terminar descontrolándose.

Una película que sorprende por su seriedad en el desarrollo de la historia. Hay una intención de construir una historia de ciencia ficción y se logra. Extraña invasión es parte de una etapa del particular director Emilio Vieyra, quién se destacó por su amplitud para dirigir distintos tipos de películas (terror clase b, comedias picarescas, varios musicales protagonizados por Sandro). De sus películas ligadas a lo extraño, esta es la mejor lograda. Entre los datos anecdóticos, es la participación del actor norteamericano Richard Conte entre los protagonistas del film.


1969. Invasión

Un camión, un depósito y un bar. Tres elementos claves en una película compleja. Invasión es una película de Hugo Santiago, con guiones de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Cazares. La cinta intenta en un punto llevar los relatos de orilleros de Borges al cine, pero no sale como se pretende. El film transcurre en la ficticia ciudad de Aquilea (por Aquiles, el héroe griego), donde un grupo de personas deben hacer frente a una invasión ‘de afuera’. El grupo está fuertemente organizado, se reune en un bar y tiene un deposito de armas, y deberá frenar un camión con armas de los invasores.

Pero Invasión no es un “tanque de Hollywood” y esa historia es un contexto en el cual se desarrollan los personajes de la obra y sus emociones: el miedo, el valor, el coraje. Todas ellas remiten a los cuchilleros sobre los que tanto ha escrito Borges (Hombre de la esquina rosada, El muerto) pero a la vez los personajes no usan cuchillos sino armas. Hay algo de cuchilleros y hombres de tango de los ’40 en los protagonistas, y de mafiosos en los enemigos. Lo más interesante esta puesto, como decimos, en los personajes, en los mitos alrededor de ellos, en sus acciones y en el aura que los rodea (la “Milonga de Manuel Flores”, de la que Borges compuso la letra, es una genialidad).
El otro elemento fuerte es el aspecto técnico. Hugo Santiago eligió acertadamente rodar en Blanco y Negro, con una fotografía que tiene mucho peso en la obra de conjunto, resaltando la presencia de grandes actores, como Olga Zubarry, Lautaro Múrua y Lito Cruz, entre otros.
En sus aspectos negativos, le juegan en contra el exceso de metraje (en primer lugar), las dos horas se hacen largas con un argumento que no termina de cerrar. Está planteado, pero no desarrollado por completo. La invasión de afuera nunca está del todo clara por qué sucede (algo que naturalizamos en La guerra de los mundos, pero que al ser entre humanos buscamos una explicación) y el guión no logra estructurar del todo la historia. Es importante recalcar que en 1969 Borges llevaba más de una década ciego y había escrito ya sus mejores relatos cuando veía y podía corregirlos. Aquí se nota un guión de narración oral, narración que se puede permitir lagunas, pero no cuando se traslada a la pantalla.

Como recomendación, Invasión es una película para ser vista. No es la joya que podría haber sido en todo su potencial, pero todos los elementos destacados del film merecen ser vistos, desde la defensa de la ciudad a la “Milonga de Manuel Flores”.
En 2015 se estrenó el documental El teorema de Santiago que incluye elementos de la filmación de esta película.


1982. El Agujero en la Pared

La película se centra en Bruno Sánchez, un fotógrafo particular en busca de crecer dentro de su oficio. Volviendo de un trabajo rutinario (sacar fotos en un cumpleaños), se encuentra con un amontonamiento de gente, mirando anonadada a un hombre que amenaza con saltar de un edificio. Cuando finalmente cae, alguien a su lado le dice que aproveche el momento y saque la foto.
En la búsqueda de poder vender la exclusiva, vuelve a encontrarse con el hombre que le motivó en el momento crítico. Se presenta como Mefi. Lo invita primero a una extraña fiesta por la noche, y luego a participar como fotógrafo de una sesión de fotos eróticas. Cuando Bruno se expresa cansado de las vueltas que da su desconocido amigo, este lo sorprende con algo muy simple y extraño a la vez: luego de pronunciar unas palabras, dibuja un círculo en la pared y hacen un agujero sobre él. Del otro lado, una mesa con un timbre en ella, que al ser apretado le dará a Bruno una información inesperada.
A partir de ese encuentro, la vida de Bruno va a dar un giro profundo. El agujero va a ser una conexión entre dos mundos. El mundo real, de la vida cotidiana de trabajo y esfuerzo, y del otro lado del agujero, la promesa de riquezas ilimitadas.

Dirigida y escrita por David José Kohon, con la presencia de Alfredo Alcón y Mario Alarcón.


1996. De mi Barrio con Amor

Pirucho es un bailarín de tango y músico bohemio de barrio que se pasa la mayor parte del día en el bar de su amigo Américo. Pirucho está enamorado de Margarita, una mujer que no le presta atención, ya que ella está interesada en el adinerado Julián. Un día se encuentra con Arenas Alberto, un amigo de Pirucho y Américo, también músico, que acaba de salir de la cárcel y busca rehacer su vida, Arenas Alberto se inscribe a él y a Pirucho en un concurso de música de la televisión.
Para hacer frente a tantas complicaciones, Pirucho tendrá una ayuda inesperada. Cuando estaba limpiando sus zapatos de tango, se le aparece nada menos que el espíritu de Gardel, dispuesto a ofrecerle tres gauchadas, la versión porteña y arrabalera de los tres deseos del genio. Pero Gardel le advierte que piense bien sus deseos, porque muchos desaprovechan su oportunidad con cosas superficiales.

De mi barrio con amor fue dirigida por José Santiso, y cuenta con un gran elenco del cine nacional: Luis Brandoni, Alicia Bruzzo, Roberto Carnaghi, Pepe Novoa, Victoria Onetto y Mario Pasik, más la interpretación de Guillermo Marcos como el Zorzal criollo.


1996. Moebius

Puedo decir, sin preocuparme a sonar exagerado, que se trata de la película de cine fantástico argentina por excelencia. Dirigida por Gustavo Mosquera y hecha con poco presupuesto, gran determinación y la participación de alumnos y docentes de la Universidad del Cine.

En una Buenos Aires de un futuro cercano, que destaca por tener una red de subte mucho más desarrollada que la actual, una formación de subte se pierde entre los túneles. No hay manera de que esto suceda, porque se trata de un circuito cerrado, sin vías que salgan a la calle y con formaciones que son monitoreadas permanentemente. Pero sucedió.
El topólogo Daniel Pratt es solicitado para la investigación. A contramano de los funcionarios, que buscan una explicación simple a lo sucedido, Ptatt empieza a seguir los pasos de su docente Minstein, especialista en espacios y física.

La película está basada en el relato A Subway Named Mobius de Armin Joseph Deutsch. Entre las múltiples referencias a la cultura local que tiene la película, una de las estaciones del subte se llama Borges.
La estación San José de la línea E del subterráneo de la Ciudad de Buenos Aires está decorada con una serie de imponentes murales con escenas de este film.


2001. Déjala Correr

Una comedia producida por Pol-ka (y con la dirección de un experimentado como Alberto Lecci) que le da una vuelta de tuerca entretenida a las historias sobre la alteración del tiempo. Diego es un joven normal, enamorado de una chica que le parece inalcanzable, que descubre durante una fiesta en la que ambos están presentes que puede detener, avanzar y retrocer el tiempo con los respectivos botones de su filmadora de mano (una idea similar al film con Adam Sandler, pese a la presencia del enorme Christopher Walken).

La película es entretenida y se sostiene tanto en las actuaciones, a cargo de jóvenes conocidos de la tv (Nicolás Cabré, Julieta Díaz, Florencia Bertotti, Pablo Rago y Fabián Vena), así como en las situaciones humorísticas producto del uso de la cámara.


2008. Fantasma de Buenos Aires

Un guapo porteño del 1900 juega una partida de truco. Se bebe y se juega por plata. Hay tensión en el ambiente. Entonces alguien entra a avisarle al guapo Canaveri que se anda diciendo que huyó de una pelea por el sur de la Ciudad.
En la Buenos Aires contemporánea, un grupo de amigos se pone a jugar a la Ouíja de puro aburridos. Pero rápidamente convocan a un espíritu, quien les responde desde el tablero.
Estos dos mundos se entrecruzaran en un film muy entretenido y logrado.

Dirigida y guionizada por Guillermo Grillo (quién en 2012 volvería a dirigir en La noche del Chihuahua).

Pueden leer una reseña completa en aquí


2016. La Valija de Benavides

Durante la noche, un joven comienza a llamar a la puerta de una imponente casa. Del lado de adentro, el dueño de la casa deja sus actividades de lado y le abre la puerta al joven. Se trata de Pablo Benavides, un artista frustrado, que ha discutido con Lisa, su pareja, y no se le ha ocurrido otro lugar para pasar la noche que la casa de su psiquiatra, el Dr. Corrales, quién amablemente le abrió sus puertas. En la tormentosa emoción de la discusión, apenas ha logrado poner algunas de sus cosas dentro de la valija que lleva consigo.
Al día siguiente, cuando Pablo le cuenta a Corrales su intención de marcharse para no molestar, éste le invita a conocer su residencia para jóvenes artistas, quienes viven en la casa y trabajan en búsqueda de nuevas obras y creaciones artísticas.
Durante el recorrido, el Doctor invita a Pablo a sumarse al grupo de jóvenes de la residencia. Cuando Benavides se da cuenta, Corrales ya no está a su lado y el taller se ha convertido en un laberinto onírico del que parece imposible salir.

Una película nacional que mezcla suspenso, fantástico y terror. La valija de Benavides bebe de varias fuentes. Basada en un relato de Samanta Schweblin, se nota la influencia de Borges y sus laberintos y la frivolidad de la crítica de arte. Todo lo mencionado logra generar una obra con alma propia, entretenida, divertida, y a la vez opresiva y por momentos angustiantes.
Dirigida por Laura Casabe y muy bien actuada, con Jorge Marrale (Corrales) y Norma Aleandro (Beatriz), acompañando a dos jóvenes actores que tienen los papeles protagónicos (Guillermo Pfening y Paula Brasca).


Por Pablo Testa
Agosto – Septiembre 2020


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