El penado de la celda 273, don Isidro Parodi, recibe con
algún desgano a a su visitante.
“La víctima de Tadeo Limardo”

Los Seis problemas… es la incursión de este gran escritor, don Honorio Bustos Domecq, en uno de los grandes géneros literarios: el policial.

Eso es lo que suelen decir las reseñas. La lectura del libro nos lleva por otros senderos. Estamos más bien ante el despliegue de un juego literario. Si bien en la literatura argentina es más habitual el que se realiza con las palabras (re-ordenardas o inventadas), Bustos Domecq juega con los estilos literarios en esta obra de 1942.
Un autor que es tan versátil en sus textos, desde el fantástico a la re-escritura de fragmentos del clásico gauchesco, una isla fantástica o mundos paralelos, en general utiliza los géneros literarios de una manera maleable. Los remodela a gusto o necesidad de la historia. No sucede exactamente esto en esta compilación de relatos. Aquí demuestra su exacto conocimiento de los géneros y cómo se maneja a la perfección dentro de ellos, sin “salirse de la línea”. A veces hasta el paroxismo.

El protagonista aparente del libro es Isidro Parodi, un barbero encarcelado por los localismos de los manejos policiales, que toma mate en su celda y acepta la presencia de invitados que buscan su opinión de los casos.

Lento y eficaz, el viejo Parodi cebaba un mate en un jarrito celeste.

Varios de los grandes analistas y lectores -como Piglia- han abordado esta obra.
Intentaremos aportar (o en su defecto reforzar) algo más. Hay una inversión carnavalesca, bajtiniana, en Parodi. Es el preso quien decide aceptar las visitas; el anfitrión de la celda 273 de la penitenciaria. Su paciencia como oyente de los más diversos relatos es casi psicoanalítica (algo que debe trasladarse al lector).
Don Isidro resuelve desde “adentro” los problemas que los de “afuera” no pueden. El detective puede recordarnos a los reyes o consultores que resolvían los problemas del reino desde su sala de reuniones. Bajtín mediante, Parodi no lo hace por poder, sino porque no tiene otra cosa para hacer. Tampoco tiene los lujos de la realeza, sino su mate celeste. Pero esta paradoja genera varias de las mejores frases del libro, en el que hombres y mujeres de opulenta riqueza le elogian su no-elegida forma de vida.
Al ingresar en su celda, una dama de la alta sociedad afirma:

Que amor de cuartito (…). Usted se adelantó al cubismo, señor Parodi, aunque ya no se usa.“. (El dios de los toros”)

La causa de la prisión de Parodi merece un párrafo aparte. Acusado de asesinato, a causa de una botella que voló en un carnaval de Belgrano y mató a una persona. Pero la botella no la arrojo Parodi, sino un miembro de la barra de Pata Santa, una banda de maleantes que colabora con el poder en las elecciones [Bustos Domecq probablemente piense aquí en las barras de cuchilleros, como sucede con el mismo Juan Moreira. El lector contemporáneo puede asociarlas a las barras bravas del fútbol]. Para la policía fue más fácil encarcelar a un barbero que meterse con los muchachos de la barra.

En su celda y con su mate celeste, don Isidro Parodi será el nexo de seis casos de asesinato que deberá resolver. No está de más aclarar que no actúa como el detective hiperactivo al que estamos acostumbrados, interrumpiendo e interrogando a sus interlocutores. Sus resoluciones provienen más bien del sentido común, de la atención silenciosa a los detalles y de cierta picardía que no poseen sus visitantes. Parodi es, si se quiere, una versión urbana de don Frutos Gómez, el enorme y no tan conocido detective de Velmiro Ayala Gauna.

Cada visitante desarrolla su historia en cada relato, y cada una pertenece a un género literario distinto, como aludíamos al inicio de esta reseña.
La primera se refiere a una secta de origen oriental cuyo mentor ha sido asesinado durante un ritual. La segunda es un juego exquisito con Asesinato en el Oriente Express de Agatha Christie. El tercero y el cuarto suceden en ambientes rurales. Las descripciones son excelsas, llegando a ocupar páginas enteras, algo muy poco habitual en los textos de Bustos Domecq. El quinto es una joya que sucede conventillo, un asesinato ocurrido en el Hotel de pensionistas El Nuevo Imparcial, que bien podría haber escrito “Tito” Cossa o algún otro de los grandes escritores populares argentinos. El último retoma la temática oriental, aunque en este caso desde una joya perdida y las enigmáticas narraciones del informante (1).

El final del sexto relato dejara sorprendido a más de uno, con uno de esos giros de timón que el autor realiza a la perfección.

A modo de conclusión

No estamos, como hemos dicho previamente, ante el tipo de relatos policiales que estamos acostumbrados leer. El protagonista del libro no pareciera tanto ser Isidro Parodi sino más bien Bustos Domecq, presentándonos sus juegos de escritura, lo que en ciencia ficción se conoce com “what if” y que fue popularizado por los comics. La propuesta de Domecqaquí no es tanto de contenido sino de forma. ¿Qué hubiera pasado si se dedicaba sólo a escribir policiales ingleses, novelas de misterio esotérico o frescos de la vida en el campo o en los conventillos de ciudad?
La calidad de las respuestas es dispar, aunque algunas son joyas poco conocidas.
Una rareza en la obra de un autor que hizo del juego con los géneros y su alteración una de sus cartas de presentación.

Pablo Testa
Enero 2022

Notas:

1 Una narrativa similar se usa en la excelente película argentina La secta del trébol de Mario Soffici del año 1947, reseñada en el blog

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