Queréis juzgar, ¡pero nunca habéis amado!
Me odiáis, porque estáis todos muertos!

Advertencia. Por la temática de la película, la nota incluye necesariamente opiniones personales en el análisis de su trama.

La película comienza con una monja abriendo las celdas de una penitenciaria para buscar a la joven Dominique Marceau (magistral interpretación de Brigitte Bardot) y llevarla ante la corte penal, donde Dominique debe enfrentar un juicio por asesinato.

Esta escena inicial está cargada de un potente dramatismo y adelanta el clima del film.
También está maravillosamente resuelta a nivel técnico. Una primera escena cerrada de la monja subiendo la escalera, un plano largo del pasillo de las celdas que va cambiando a medida que se prenden las luces de ese pasillo y luego el rostro de Dominique / Brigitte Bardot en primer plano, que antes de salir vemos reflejado en un vidrio que hace de espejo.

Dominique llega al lugar asignado a los acusados, en un costado de la sala, casi en una especie de esquina por su ubicación en la panorámica visual y queda de frente tanto ante jueces, los abogados, el jurado como ante el nutrido publico que asiste (el que está presente en la sala del juicio pero también el que la ve desde a través de la pantalla, el espectador de cine u hogareño; interesante juego de presencias y/o voyeurismo).

La vida personal de Dominique Marceu será presentada por los abogados como parte de sus alegatos, sea para condenarla como para defenderla, como si fuera indivisible de la acusación que pesa sobre ella.

El juicio, y los racontos (recuerdos) visuales correspondientes, comienzan con sus celos juveniles hacia su hermana Annie, que tras una fuerte discusión con sus padres le permite mudarse con ella a Paris.

Es en la ciudad de las luces donde la joven se sumerge en la bohemia, recorriendo los bares visitados por escritores, músicos y artistas en general que buscan un lugar en el mundo (como alguna vez lo hicieran Picasso, André Bretón o Hemignway).
Es en las habitaciones de alquiler para estudiantes de París también donde la encuentran casi muerta por un escape de gas en la habitación de un joven, Gilbert, de cuya muerte es acusada en el juicio.

A través de los testimonios de los testigos la vida de Dominique es puesta en pantalla. Su estilo bohemio choca con la formación estructurada de Gilbert, un prometedor estudiante de dirección de orquesta pero rígido y desconfiado. Gilbert es primero compañero de estudios de su hermana y más adelante, novio alternativamente novio de Dominique y de Annie.

Pero la película no se trata tanto de la acumulación de prejuicios (y juicios, que también los hay) por el jurado y el público, sino más bien del choque de puntos de vista. La rigidez de Gilbert frente a la independencia de Dominique. Dos trenes a en crescendo a colisión.
Tras su separación y la pelea con sus padres, Dominique llega a vender su ropa y dormir en la estación de trenes para sobrevivir. Annie es quién busca la protección familiar y encamina su vida con Gilbert.

La producción

Filmada en Francia y estrenada en 1960, La Verite fue dirigida por Henri-Georges Cluzet y protagonizada por la inmortal Brigitte Bardot, junto a Sami Frey, Marie-José Nat, Jean-Loup Reynold, y Charles Vanel, entre otros.

La fotografia en blanco y negro es excelente, donde resaltan las variedades de luces de París a través de imágenes amplias, que capturan las calles de la ciudad, los bares y los interiores, con los contrastes en grises pero sobre todo en negro necesarios para darle sentido a lo que nos muestra.

Hay una acertada elección de una óptica amplia, casi grandilocuente, tanto para las escenas del juicio como las de Paris, lejos del estilo intimista de otros films de la época del cine europeo (recordemos que la pelicula es francesa) y mas similar a los films del Hollywood de oro, tanto melodramáticos como judicial, desde El motin del Caine (1954) y Doce hombres en pugna (1957) a Meet John Doe (1949) y Sabrina (1954)

El guión es, finalmente, el otro gran elemento del film. Verité significa no sólo verdad, sino también lo verdadero, lo demostrable, la conclusión que se desprende de sus premisas.
Pero, nuevamente,  la película no es en sí un alegato o panfleto sobre la verdad, ni un panfleto sobre lo moral y lo inmoral, lo correcto y lo incorrecto. Es una historia sobre la vida, e incluso lo inútil que puede llegar a ser juzgar todo desde un solo punto de vista.

Tiene la solidez de no caer en el maniqueísmo de dicotomías excluyentes. Ni Dominique ni Gilbert representan por si mismos todo lo bueno o todo lo malo, sino que mas bien son distintos modos de vida a los que le faltan puentes para dialogar y comprenderse mutuamente. Ambos fueron libres, como insisten en distintos momentos del film.
Pocas veces el cine puede mostrarnos la vida con ésta panorámica. Entretenida, dramática, por momentos divertida, a veces simple; pero sin esquivarle a la complejidad.
Donde sus protagonistas están más ocupados en vivir, aunque las cosas no saliera como Dominique, Gilbert y Annie lo esperaban, pero desde una postura diferente de la mirada pasiva que el juicio y quienes están en él –desde dentro y por fuera- representan, más ocupada en hacer caer todo el peso de la culpa en una sola persona.
El final de la película, de todos modos, nos aleja un poco de tanto alegato a favor y en contra y nos devuelve a las pasiones de la vida.

Por Pablo Testa
Julio 2022

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