No todas las despedidas son esos dolores dulces

En 1961 se estrenó The Misfits.

John Ford había ya filmado muchas de sus grandes películas, como La diligencia en 1939 o Centauros del desierto en 1956. Todavía faltaban unos años para que Sergio Leone reviviera el género en Italia.

Fue nada menos que John Huston, director de obras clásicas como El halcón maltés (1941) y Beat the Devil (1953) quién se encargó de llevar a la pantalla el guión de otro grande, Arthur Miller. Ambos filmarán su versión del fin del western norteamericano.

El género tendrá algunos años más de vida.
John Ford dispararía dos clásicos más en el año 1962: How the West was won y otra obra mestra: The man who shoot Liberty Balance.
En 1969 Sam Peckinpah estrena La patrulla salvaje (The Wild Bunch, 1969) con otra forma de filmar el western.

Las últimas vidas salvajes

El género que tanto ha dado debía tener una despedida a lo grande. Pero no es como muchos podríamos imaginarla. No hay una fiesta, pese al nivel de los actores que están en ella. Clark Gable, Marilyn Monroe, Montgory Cliff y Elli Wallach.

The Misfits (Vidas salvajes fue su título en español) es una película extraordinaria, pese a que por momentos es pesada o agotadora.

Gable y Wallach ya no interpretan a dos cowboys en plena expansión al oeste en una época llena de aventuras, sufrimientos y sorpresas. Sus personajes, Gay Langland y Perce Howland, son dos vaqueros de siglo XX.
Sus vidas, que están detenidas en el tiempo en la Norteamérica rural pese a los cambios tecnológicos entran en crisis cuando se cruzan con Roslyn Tabor (Marilyn Monroe), una joven del mundo urbano. Ambos se enamoran de ella y harán todo lo posible para conquistar su amor.

Pero los tiempos inevitablemente han cambiado. La época de gloria ya ha quedado atrás. Y estos dos grandes actores del género deberán hacerse cargo en sus papeles. Dos adultos llegando a la vejez, con problemas de alcohol. Es poco lo que pueden ofrecerle a una mujer en camino hacia la gran ciudad.

Sin embargo, la joven, acompañada por Isabelle, su criada, hará un alto en su viaje, dispuesta a conocer la vida de Gay y Perce.

La película ocupa su mayor metraje en mostrar el intento de ambos vaqueros de sostener su estilo de vida. Todas sus expectativas están puestas en juntar los medios para domar unos caballos de montaña y venderlos a un comprador.
Guy y Pierce quieren mostrar su vida de una manera atractiva para Roslyn e Isabelle. Por su parte, ambas los acompañan en la tranquilidad rural, en una peligrosa doma de potros, en bares de mala muerte.

Pero Gay y Pierce están fuera de época. Y lo saben. La nueva sociedad no tiene un lugar para ellos. Eso es lo que hace tan extraordinaria esta película. Ninguno de los vaqueros es una mente maestra, pero tienen ese olfato del cowboy para saber cuando algo va mal. Y todos los caminos llevan a ese fracaso, aunque Gay se rehúse a abandonarlo.

Roslyn se ha vuelto el motor de ambos y el mundo ha empezado a girar de manera inevitable. Quizás no sea del todo tarde para cambiar de rumbo antes de estrellarse con la realidad. Quizás sí. La decisión será aplazada todo lo posible, casi casualmente hasta el final de la película. Vale la pena la espera.

Pablo Testa
Marzo – Abril 2021

2 comentarios sobre “The Misfits (1961) El fin del Western según John Huston

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